Relato Gay – Cruising en hotel de Madrid

La primera vez que conocí a mi maduro follamigo, fue una noche de primavera. Estaba saliendo de los jardines de la zona de cruising de El Templo de Debod, a los que había ido para ser follado, o lo que surgiera.

Iba en dirección al metro, sin prisas ya que aún era algo temprano, sería alrededor de las 12 de la noche. Cuando… me di cuenta que estaba siendo seguido por una persona.

Al llegar a la entrada del metro de Ventura Rodríguez, entré y fui al anden en dirección Lavapiés. De vez en cuando miraba hacia atrás, y veía que el venía siguiéndome. El metro tardó menos de un minuto y me monté.

En el tren apenas había gente. Era lunes y ya era tarde. Miré en dirección donde se encontraba y vi que venía hacia mi. Cuando llegó a mi altura, mi fijé y comprobé que era una persona madura, que estaría rondando los 60 años.

Se me acercó, no recuerdo de que me habló, pero al rato de estar hablando, ya me estaba echando la mano a mi paquete, y acariciándome el culo.

Bajamos en Callao. Me cogió de la mano y me fue llevando, hasta que entramos en uno de de los hoteles gayfriendly de Madrid. Justo en ese momento no había nadie en recepción.

Subimos en el ascensor. Allí me agarró el cinturón, y fue desabrochando el pantalón y me metió la mano en el slip.

Yo estaba nerviosísimo, ya que podía abrirse la puerta en cualquier momento. Llegamos a la última planta y entramos en la habitación. Realmente era una suite porque era enorme, tenía salón y terraza que daba a la Gran Via.

Allí mismo terminó de quitarme toda la ropa. Cualquier persona del hotel de en frente nos vería sin ninguna dificultad, ya que no había nada delante, que nos pudiera servir de refugio de las miradas.

Empezó a abrazarme, agarrar mi polla y huevos, mientras con su boca, buscaba la mía, cosa que consiguió, metiendome su lengua y mordiendome los labios.

Aquí no, aquí nos pueden ver, le decía yo.

Calla, calla, me susurraba él, mientras no paraba de abrazarme, metiéndome mano por todas partes. Tranquilo, que aquí no nos ve nadie.

Mientras tanto yo con los nervios y el tembleque que tenía, le fui sacando la polla del pantalón, para empezar a acariciarla, bajando la piel del prepucio, y sobarle los huevos. Le bajé un poco el pantalón, y slip, cuando él me cogió la mano, y me dijo, deja, que sino me voy correr, y quiero disfrutar de este culito tan rico que tienes, ¡uufffff!

Empezó a meterme un dedo en el culito, mientras con su boca, iba mordiendo el cuello, para ir bajando hasta mi polla, y meterla en la boca, ¡oooooh! Suspiré, mientras agarraba su cabeza, para apoyarme.

Vamos para otro sitio le pedía yo, mientras suspiraba del gusto que me estaba haciendo sentir, ¡oooohhh! Aquí nos pueden ver, le decía.

Pero él no estaba dispuesto a soltar aquella presa, era como un lobo con su presa en la boca, y no había manera de hacerle soltarla.

Me fue dando la vuelta, y enfiló mi culito, me agarró por la espalda los huevos y polla, y echando su cuerpo encima de mi espalda, para que así me curvara el cuerpo, me fue metiendo su rico pollón en mi jovencito culito, ¡uuuufffff! Era muy grande.

Poco a poco mi culo fue dilatando. Estaba muy cachondo. Empezó con un suave movimiento de cadera, mientras con sus manos, me sujetaba los huevos, y con su cabeza, me hacía estar inclinado.

Realmente me estaba gustando, y me tenía excitadísimo, me tenía a mil. Y como disfrutaba, ¡ooohhhh! Joder que morbo sentía, y no tardaría mucho en correrme, si aquello no terminaba pronto.

Ahora ya me agarraba por mis estrechas caderas, y me daba con toda su fuerza, mientras yo estaba casi en ángulo recto, mientras el lobo, jadeaba, y me decía, ¡ooooohhh! Quédate así, que así te entra entera, ¡oooohhhh! Que gusto, que culito, ¡mmmmm!

La verdad es que sí acabó pronto, ya que el lobo aquel, era de gatillazo fácil, y después de unas cuantas rápidas estocadas, me dejó toda su leche dentro de mi jovencito culito, ¡aaaahhh! Ya me corro, ya me corro, gritaba el lobo, mientras enculaba aquel jovencito.

Sacó su polla de mi culito después de haberse corrido dentro, y habérmelo dejado en lo más profundo de mis entrañas.

Sacó un papel de su bolsillo, se limpió la polla, para luego pasármelo por el ojete, y cuando terminó de limpiarme, se lo guardó en el bolsillo de su pantalón.

Cuando los 2 nos compusimos, me dijo que podía ducharme, había toallas limpias.

Mientras me duchaba, me contó que solía venir a Madrid por trabajo y que le había gustado mucho, que me había visto salir de la zona de cruising de El Templo de Debod y me siguió.

Me sequé y me puse la ropa. El enseguida me dio su número y me dijo que cada vez que viniese a Madrid me avisaría para llenarme el culo de leche.

Le di mi teléfono y le dije que podía llamarme cuando volviera.

A partir de ahí, cada vez que me avisaba que venía, sabía que iba ser follado por él. A veces follábamos en su hotel, otras veces en El Templo de Debod los dos solos y en otras ocasiones me llevaba al Cerro de Los Ángeles como si fuera su puta y me follara el que quisiera; uno, dos,… o los que fueran.

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