Relato Gay – De cruising por El Retiro (parte 2)

Me seguí besando con el otro chico. No sé qué pasó pero le pasó a él lo mismo que a mí. Porque fue un éxtasis besarle, tenía los labios muy ricos más allá del morbo de compartir la leche de otro tío en nuestras bocas.

A veces volteaba a mirar al maduro quien acabó de limpiarse, no sé si esperaba algo más, no lo creo, era un tío muy frío, pero nos habíamos olvidado por completo de él. Nos comenzamos a manosear el culo y el maduro se fue.

Nos pusimos muy cachondos. Le comí la polla al tío, estaba rica, no era enorme pero era una buena polla. Él me la chupó también a mí, pero había un placer en besarnos que también él parecía entender y que le llevaba loco.

No digo que todos los españoles, en absolutez, besen mal, ni soy yo capaz de considerarme un gran besador, además la genética en los labios tiene mucho que ver y eso es algo que sí me tocó muy español, aunque labios más menudos he visto. Pero no me acordaba de qué se siente besar unos labios tan ricos y un morreo tan bueno, desde precisamente, una ocasión otro latino mucho antes. Yo estaba muy muy arrecho, mi polla comenzó a lubricar aún más y se me embadurnaba en los muslos y los pelos, con los dedos tomé una embarrada de ese jugo, le pregunté si le gustaba la baba y me dijo que sí y le metí los dedos en los labios, le gustó mucho. También le daba mucho placer que le lamiera los sobacos, se puso tan caliente que comenzó a hacerme lo mismo, yo le comía su axila izquierda y él a mí la mía, a la vez, no olía a nada, tampoco sabía mucho a desodorante, yo sí no llevaba nada pero no le importó.

Puse al tío de 34 contra el árbol que teníamos en frente, igual que miles han hecho antes, metí mi verga entre sus nalgas y froté mi glande contra su ano, Dios que estaba rico. Se la quería meter y él me dijo que sí. Se la hundí a pelo y soltó un gruñido aspirado y de dolor. Nos habíamos dejado llevar por el éxtasis y nos olvidamos de la física.

Me lamenté y le pedí perdón pero entre un ligero toqué de humor y arrepentimiento le dije «me he olvidado que pasa» «y es que tú tampoco haces esto a menudo ¿verdad?». Soy activo, me gustaría mucho ser versátil pero simplemente no puedo y menos con pollones, algún par de veces al año me dejo penetrar pero no duro nunca más de 5 minutos, que en mi cabeza se sienten como 20. No es algo que satisfaga psicológicamente que es lo más importante, y sólo hago con muy pocas personas con quien llego a ese nivel de química.

Supe reconocer su reacción y supe lo que era, cuando sólo te queda tragarte el dolor como un hombre o maldecir con palabrotas, en mi caso suele ser lo segundo, porque no mola nada el dolor allí, pero también me hizo gracia. Le dejé descansar, ya le habían penetrado, pero quizá hacía un mes que no lo hacían, esperamos y se la hundí nuevamente. Metí toda mi polla y jadeó esta vez con más placer. Me lo estaba follando a pelo pero qué más daba ya.

Se la metía y se la sacaba, estaba lo suficientemente limpio, y estuvimos así un rato. Le besé la espalda, le di lamidas y mordiscos.

Entonces me tocó a mí. Las casualidades existen y esta noche ocurrieron dos muy importantes. Una que me llevara dos camisetas sin mangas ese día, una deportiva y otra blanca interior, ¿por qué lo hice? No tengo idea, simplemente me apeteció. Y la segunda fue haber tenido el sábado uno de los mejores encuentros sexuales del último año, con un chico de 27 pero de aspecto muy joven como yo, más barbudo pero con una cara de niño, guapo, de mi estatura pero más robusto, blanquito pero con un tono de piel bonito sin partes muy rosadas y con una polla larga y no tan gruesa pero bonita, con un acentaco madrileño.

Era la segunda vez que nos veíamos con más calma esta vez, y todo fluyó tan bien en esas dos horas y media que me acabó penetrando y me la metió toda, seguro fue el hecho de que no la tenía gorda, pero lo a gusto que me sentía con él contribuyó muchísimo. No me penetró durante mucho tiempo pero sí un buen rato, más que nadie de hecho en toda mi puta vida. La primera penetración fue como la que le di al chico de 34 contra el árbol, no eres realmente versátil, no a menudo, y es casi como desvirgarte cada cuanto lo vuelves a hacer. Te tragas el dolor y luego ya estás.

Yo no follo en sitios de cruising, no suelo, a no ser que esté muy a gusto, preferiblemente en el suelo, y en un lugar obviamente limpio, limpio de verdad. El Retiro absolutamente no lo es.

Si no hubiera pasado lo del sábado ni me hubiera entrado ni hubiera dejado que lo hiciera, no me dolió mucho, sus embestidas después sí, y no era tan cómoda la posición pero estuvo rico. Me la metió toda y me embestía con fuerza a veces pero no violentamente, contra el mismo tronco contra el que se la estaba metiendo yo hace un momento.

Llegaron algunos otros hombres, nada bueno realmente, menos algo bueno que se quedara al lado. A veces nos tocaban, honestamente mientras no fuesen viejunos u horribles hasta morbo podía darme.

Estuvimos en esas un largo rato, besándonos y turnándonos para follarnos. Yo necesitaba más descanso que él, porque aguantaba menos y el placer que me daba era apenas placer, cosas de activos polivalentes.

Después de un tiempo ya no me pudo penetrar más, me había cerrado un poco y no me sentía tan pasivo entonces. Nos besamos y por un momento me dijo que diéramos una vuelta. Vamos, el «pues ya me he aburrío me piro y a ver que pillamos, suerte chaval» de toda la vida.

Pero ya os juro que yo no hice nada, pero el tío se quedaba besándome con entusiasmo. Hablamos de que en verdad en este país casi no saben besar, o vamos que no les da la gana. Pero lo que más mola, es que en efecto abundan los cerdos y el guarreo del bueno, en Latinoamérica realmente no, no así. Y aún así sin llegar a los nauseabundos porcentajes de Alemania.

Le pregunté si querría mearme. Me dijo que sí. Y que a él también le molaba recibirlo, pero no allí, y vivía por alguna para de la línea 7. Lejos.

Al parecer de tanto morrearlo se le fue de la cabeza la idea de «dar una vuelta». Se lo pensó pero al final accedió. Yo me lo había pensado también.
¿Una meada de cuerpo completo en El puñetero Retiro?
Es de noche, da lo mismo. Pero es algo que me da vergüenza aunque me vean otros gays. ¿Y luego cómo me voy a casa?

No hubiera hecho nada de esto si como hace unos meses viviera a tomar por culo en Plaza Elíptica y tener que pillar un N15 o una cosa así o un transbordo en metro. Pero estaba decidido, quería que me meara. Tenía su morbo, pero ya que estábamos tan cachondos pues fuese ahora.

Nos fuimos de las áreas más frecuentes, pero tampoco fuimos lejos. Incluso adonde fuimos se acercaron 1 o 2 tíos, pero no más.

Me quité toda la ropa y la dejé sobre mi mochila junto a él. Le di la camiseta interior blanca que por casualidad me había puesto. Él se sacó la polla y me orinó, por todos lados le dije, no fue muy larga pero duró lo suficiente, me baño por todos lados, incliné la cabeza y la recibí en mi cabello, abrí la boca me llené el buche y dejé que corriera por mi cuerpo, no es placer de ser humillado como me explican algunos, en mi caso es ese calorcito, ese olor ácido que recuerda a la naranja y el morbo de que por sí me da ver a un hombre meando, saber que eso sale de adentro suyo, que son más de sus fluidos ricos, y que es todo para mí, para jugar. Le di algún sorbo a su orina, pero por el sabor es algo que todavía tendría que mentalizarme para beber.

Terminó de mear y me levanté. Le impresionó un poquito el olor pero lo hice besarme. Si no era tan cerdo como yo habría de volverlo.

Lo hice inclinarse y así con mi polla apestosa a su meo me la chupó y lamió por todos lados. Se puso cachondo porque se le paró enseguida.

Tomé mi botella de agua y me la vacié encima, me sequé con la camiseta interior y me volví a vestir, no quise limpiarme los pies, así que nos fuimos caminando juntos, después de besarnos de nuevo durante 5 minutos. Ya vestidos y comernos la polla una vez más, aún así.

Caminé descalzo junto a él y nos fuimos hablando durante todo el camino, hasta que llegué a una fuente y me lavé el lodo de los pies y me puse las zapatillas. Ya en la luz me dijo que ahora sí le parecía guapo bajo la luz, casi le escupo en la cara y me marcho pero él también me molaba. Bajo la luz también me di cuenta que como me dijo tiene un pego moro, como de Marruecos.

Seguimos hablando y lo acompañé hasta el metro al norte del parque aunque mi piso está al suroeste. Me despidió con un beso y nos dimos número de teléfono. Luego me escribió cosas bonitas como que «lo había disfrutado mucho, y que le acaparara toda la noche fue lo mejor». Le había quitado lo puta esa noche, y le había hecho cerdear, eso sí era algo nuevo y que no esperaba hacer. Dijo que ansiaba vernos pronto de nuevo. Yo también.

Relato escrito por: Fran

Primera parte del relato: De cruising por el Retiro (parte 1)

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