Relato Gay – Entrevista de trabajo

Llegué pronto a la entrevista de trabajo. Era la prueba final con el Consejero Delegado y quería causar una buena impresión, me puse mi mejor traje, mi corbata italiana de seda y dejé mis zapatos absolutamente brillantes. Me eché algo de gomina al cabello, porque había visto a mi entrevistador en LinkedIn y usaba fijador.

La entrevista iba a ser tarde, cuando todo el mundo estuviese fuera de la oficina y, al llegar, sólo estaba el segurata esperándome en la puerta. Me condujo a una salita y, a los pocos minutos, apareció Marcos, el Consejero Delegado para llevarme a su despacho.

Como me esperaba, la entrevista fue dura y provocativa. Contesté también con dureza y en un momento, él me lo dijo:
Ya tengo nuevo director financiero – comentó con una sonrisa – Vamos a mi salita a relajarnos.

Abrió un panel del despacho, me pasó a un apartamento lujosísimo, nos sentamos en un tresillo de piel, nos quitamos las americanas y las corbatas y comentó todo lo que esperaba de mi. Necesitaban alguien con mano muy dura y que no le temblase tomar decisiones.

Yo siempre tengo la mano muy dura con esos cabrones – le dije.
Pues me gustaría saber qué haces cuando le has puesto la polla dura al Consejero Delegado – dijo Marcos abriéndose la bragueta.
El tipo tenía un pollón monumental, me arrodillé y me lo metí en la boca de una sola vez mientras Marcos se desnudaba y tiraba toda la ropa por la sala. Cuando noté su pollón durísimo, me cogió de la mano, me levantó y me ordenó que me desnudase, mientras él llamaba a un número y decía algo que no entendí, me hizo una seña para que lo siguiese y llegamos a una habitación con una cama gigantesca.

A cuatro patas, perro – me dijo – Vas a tener el examen final.

Me puse a cuatro patas y Marcos me puso la polla delante de la cara, volví a tragármela de una vez y, de repente, entraron dos culturistas absolutamente brutales.

– Sandro – me dijo Marcos – y su amigo Miguel que te recibió en la entrada. Señores, el perro necesita que le abran los agujeros.

Al instante noté como entraban dos pollas por mi culo, afortunadamente, tengo un culo que dilata bien aunque aquellas pollas eran gigantescas, noté como el culo se iba abriendo más mientras la polla de Marcos cada vez se hacía más grande dentro de mi boca.

– Dios – bramó Sandro – el cabrón dilata bien. Es un buen agujero
– Si que dilata – dijo Miguel – Entran nuestros dos pollones.

Los dos culturistas me embistieron hasta el fondo y de repente empecé a notar como empezaba a salir el semen por la polla de Marcos.

– Traga, perro – me dijo con dureza – Que no caiga ni una gota.

Me costó tragar todo el semen porque el tipo era muy lechero pero lo conseguí al final. En ese momento, empecé a notar como se llenaba mi culo del semen de los dos culturistas, jadeé de placer y, al terminar de correrse, tenía tres pollas delante de mi cara.

– Lame las pollas y déjanoslas secas – me dijo – No tenemos todo el tiempo.

Les hice a todos una lamida de pollas tragándome bien el semen que tenían mientras me sonreían y se burlaban de mi. Al terminar, me llevaron al baño, me dijeron que me pusiese en la bañera y me rociaron con su lluvia dorada.

– Abre la boca, mierdas – me dijo Marcos – Mi lluvia te la tragas.

Abrí la boca y me tragué toda la meada de Marcos mientras Sandro y Miguel lo jaleaban, al terminar, le lamí la polla a Marcos para dejársela muy seca y los culturistas se fueron.

– Bien, mierdas – me dijo Marcos con una sonrisa – Eres lo que estaba buscando, dúchate con tranquilidad, puedes usar la gomina para el pelo y te espero en la sala.

El agua caliente de la ducha estaba genial, me sequé a conciencia, me eché crema hidratante de categoría, me peiné con la gomina que me había indicado y fui a la sala para encontrarme con Marcos. Al llegar, Marcos me esperaba con otros dos ejecutivos de la empresa perfectamente trajeados.

– Te presento – me dijo con una sonrisa – Son Jorge, el presidente de la empresa y Víctor el vicepresidente.
– Ven aquí – me dijo Víctor – Quítate todo y acércate, que tu cuerpo es un auténtico escándalo.

Dejé caer la toalla y me acerqué a Jorge y a Víctor. Los dos me empezaron a toquetear mientras Marcos comentaba que era absolutamente sumiso en la cama y que me habían dado una buena ración de lluvia dorada.

– Me gusta – le dijo Jorge a Marcos – Hazle un contrato de 200.000 al año con Visa, BMW y mierdas de esas. El viernes empezamos su educación.
– Sí – me dijo Víctor – El viernes te vienes a las dos y nos pasamos el fin de semana en nuestra casa de la sierra, ahí veremos si eres lo que realmente queremos o te tenemos que echar a la puta calle ¿Has entendido?
– Sí, Amo – le dije.

Ellos se fueron y me quedé a solas con Marcos. Me vestí de nuevo y cuando estaba a punto de salir, apareció Sandro
– Amo – le dijo a Marcos – Necesito descargar.
– Bien, perro – me dijo Marcos – Mi amigo quiere que le hagas una buena mamada. A ver cómo te portas.

Me arrodillé delante de Sandro y cuando abrió la bragueta apareció un pollón absolutamente inmenso, era muy difícil meterlo en la boca pero al final lo conseguí, me tragué toda la corrida sin que cayese una sola gota y cuando terminé, Sandro me miró con un tremendo aire de superioridad
– Otra vez – me dijo – Todavía tengo leche.

Se la volví a chupar mientras Marcos le felicitaba. El cabrón todavía me metió un buen chorro en la boca y, al terminar, estaba muy satisfecho.
– Es un puto de nivel – le dijo a Marcos
El jefe quiere probarlo el fin de semana – contestó Marcos – Contamos contigo.
– Seguro – dijo riéndose Sandro.

Me terminé de arreglar, salí de la oficina y al llegar abajo Sandro y Miguel estaban charlando.
– ¿Quiere un taxi, señor? – me preguntó Miguel como si no me conociese
– De acuerdo – le dije – Llame a uno.
Los taxis tardan en llegar – me dijo Sandro después de que Miguel hubiese llamado – y mi amigo está muy cargado. – Aquí mismo tenemos una sala muy discreta.
– Bueno, yo… – empecé
– No se te ocurra decir que no – me dijo Marcos a mis espaldas – Estos chicos son como si te lo pidiésemos Jorge, Víctor o yo mismo.

Pasé a la sala que me indicó Miguel, me puse de rodillas delante de él, se abrió la bragueta y apareció un pollón absolutamente enorme que me llenó la boca aunque no estaba del todo erecto. Me costó muchísimo tragarme toda la polla y al final no pude llegar hasta donde quería; la corrida fue brutal, sin darme cuenta, llegó un río de semen que me inundó toda la boca e hizo que parte de la corrida cayese al suelo sin que pudiese hacer nada, cuando Miguel terminó de correrse, primero lamí su polla y luego los chorretones que estaban por el suelo. Miguel salió del despacho totalmente ufano
– No pudo con mi corrida – les dijo a los otros dos – Cayó semen por el suelo.
– ¡Qué mierda eres! – dijo Sandro absolutamente salido
– Muy mal – me dijo Marcos despreciativo – Con los amos no puede pasar.
– No, yo… – empecé
– ¡Cállate! – dijo Marcos – Eres mierda. Otro error como éste y te mando a tomar por culo sin problemas. ¿Has entendido?
– Sí, Amo – dije totalmente sumiso.
Vuelve mañana a esta hora – me dijo Marcos – Firmas el contrato y esperemos que no vuelvas a fallar.
Volví al día siguiente a otra sesión, pero eso es otra historia.

Relato escrito por: Germán Retuerta

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